Te contaré tres versiones de una misma historia. En la primera, un valiente guerrero jura proteger a su amada y desafía al destino en un acto heroico. En la segunda, una joven de noble cuna lucha entre su deber y el amor prohibido que le consume el alma. Y en la tercera, dos amantes se aferran el uno al otro, sabiendo que su despedida es inevitable. ¿Cuál crees que es la verdadera? ¿Cuál de ellas nos lleva al corazón de una tragedia inmortalizada en la pintura?

La respuesta nos la da Frederic William Burton en su obra maestra "El encuentro en la torre", un cuadro que captura el instante más conmovedor de la historia de Hellelil e Hildebrand, los protagonistas de una antigua balada danesa que ha atravesado los siglos para seguir emocionándonos.

El encuentro en la torre Frederick William Burton1

Frederic William Burton: El Pintor del Alma

Burton (1816-1900) fue uno de los artistas más notables de la época victoriana. Aunque nació en Irlanda, su talento trascendió fronteras y lo llevó a convertirse en un aclamado pintor y miniaturista. Su técnica principal era la acuarela, y su estilo estaba fuertemente influenciado por los prerrafaelistas, un movimiento que buscaba recuperar la delicadeza y el detallismo de la pintura anterior a Rafael.

A pesar de su talento, Burton no se dedicó solo a la pintura. En 1874, fue nombrado director de la National Gallery de Londres, un cargo que ocupó durante veinte años. Durante este tiempo, su amor por el arte no se expresó con pinceles, sino con la adquisición de grandes obras para el museo. También fue uno de los fundadores de la Sociedad Arqueológica Irlandesa y participó en importantes investigaciones sobre Egipto. Pero su legado más recordado no está en sus gestiones ni en sus descubrimientos, sino en la inmortalización de un amor imposible.

En 1864, Burton creó su obra más famosa: El encuentro en la torre, también conocida como Hellelil e Hildebrand. La inspiración le llegó a través de su amigo Whitley Stokes, un estudioso de la literatura celta que tradujo la balada medieval danesa en 1855. Al conocer la historia, Burton quedó cautivado y supo que debía darle forma con su arte.

En lugar de ilustrar la batalla sangrienta o el fatal desenlace, el pintor eligió el instante más íntimo y desgarrador: el último encuentro entre los amantes antes de su inevitable separación. Ubicados en una escalera estrecha dentro de una torre, Hellelil y Hildebrand se abrazan con desesperación, como si con ese contacto pudieran desafiar el destino. No hay gritos, no hay espadas, solo un momento eterno de amor puro y trágico.

La técnica utilizada fue acuarela y gouache sobre papel, logrando una suavidad y una riqueza de detalles que convierten la escena en un susurro de emociones. En 2010, el pueblo irlandés la eligió como su pintura favorita, y hoy se encuentra en la National Gallery de Irlanda, donde sigue conmoviendo a quienes la observan.

El encuentro en la torre Frederick William Burton1

La Balada de Hellelil e Hildebrand: Una Historia de Amor y Muerte

La historia que inspiró la obra nos transporta a la época medieval, cuando los amores prohibidos terminaban en tragedia. Hellelil era una joven de alta nobleza, y su destino estaba trazado desde su nacimiento: debía casarse con un hombre de su mismo estatus. Pero el corazón no entiende de linajes, y la doncella se enamoró de Hildebrand, un valiente caballero que formaba parte de su guardia personal.

Cuando el padre de Hellelil descubrió el romance, montó en cólera y ordenó a sus siete hijos que asesinaran al joven caballero. Hildebrand, lejos de huir, se enfrentó a ellos con fiereza. Uno por uno, los hermanos de su amada cayeron bajo su espada, hasta que solo quedó el menor. En ese instante, Hellelil, aterrorizada por la masacre, le suplicó que se detuviera. Pero el destino ya había hablado: Hildebrand estaba malherido y no resistió más. Cayó en los brazos de su amada, exhalando su último aliento.

La balada nos cuenta que Hellelil, destrozada por el dolor, no pudo soportar la pérdida y murió poco después. Dos vidas truncadas por el amor, dos almas que jamás encontraron paz en este mundo, pero que gracias a Burton, se convirtieron en eternas.

Un Amor que Vive para Siempre

A veces, el arte tiene el poder de darnos aquello que la realidad nos arrebata. Burton logró que el amor de Hellelil e Hildebrand no muriera en una fría balada medieval, sino que viviera para siempre en un cuadro donde el tiempo se detiene en el instante más puro y desgarrador. Es una historia de amor, de valentía y de pérdida, pero sobre todo, una historia que nos recuerda que algunos sentimientos trascienden la muerte

El encuentro en la torre Frederick William Burton1.

LA OBRA

El encuentro en las escaleras de la Torre
Frederic William Burton 
1864 
Acuarela y pintura gouache sobre papel
Dimensiones Altura: 95,5 cm ; anchura: 60,8 cm
Galería Nacional de Irlanda